Bulgaria, en el sureste de Europa, es uno de los grandes secretos escondidos para el turismo masivo internacional. A pesar de que contiene un patrimonio inmenso y sugerente, reflejo de su prolongada historia, y de que sus maravillas naturales tampoco se quedan atrás, todo el país respira una agradable tranquilidad. La cultura y las tradiciones búlgaras están marcadas por la influencia de las vecinas Rumania, Serbia, Grecia y Turquía.
La ciudad de Veliko Tarnovo, el complejo monástico San Yoan el Bautista, en la ciudad de Kardzhali, así como Plovdiv, Varna y la Isla de San Iván son atractivos destinos dentro del país, que cuenta con nueve sitios reconocidos como Patrimonio de la Humanidad. Aunque la gran protagonista es Sofía, su capital, con un impresionante conjunto de templos religiosos.
Los amantes de la naturaleza tienen a su alcance las montañas Rila, de las que forma parte el pico más alto en la región de los Balcanes, el Musala. También la Stara Planina y las montañas Ródope. La llanura del Danubio, en el norte del país, es una de las más ricas del país, que contiene 378 kilómetros de costas del Mar Negro. Más del 30% de la superficie del país se compone de bosques, y alberga nada menos que 17 reservas de la biosfera y tres parques nacionales.
En la gastronomía búlgara tienen nombre propio el embutido conocido como lukanka, el bollo banitsa, el dulce cozonac y el yogur, sin olvidar las especialidades vinícolas de cada región.
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